“Tenía hambre“, es todo lo que normalmente alcanzan a decir los niños entre lágrimas. Impotente, a la madre se le quiebra la voz con solo contar el episodio. En un arranque de desesperación, la progenitora quiso hacer entender al pequeño, con un castigo, la dimensión de la crisis y las horas de trabajo que pasó para comprar la leche de su hermano menor. Inmediatamente, se arrepintió de haberle quemado la mejilla y la mano a su hijo con una cuchara caliente.

Ese fue solo uno de los casos que ha atendido Angeyeimar Gil como consejera de Protección del Niño y el Adolescente del municipio Sucre. Uno que se suma a la lista de episodios de maltrato infantil en torno al desabastecimiento de alimentos.

“No era una mamá que violentara al niño de forma constante”, explicó la trabajadora social. “Explicó que, para ella, comprarle la leche a su bebé recién nacido era muy complicado. Compraba bachaqueado y mucho más costoso y dijo que esa fue la forma que encontró para que el niño entendiera que no podía hacer eso otra vez”.

Los casos de maltrato por falta de comida se han vuelto cada vez más frecuentes en el Consejo de Protección del Niño y el Adolescente del municipio Sucre. Anteriormente, recuerda Gil, recibía, en promedio, dos casos al año. Una de sus compañeras relata que ha visto tres casos en las últimas tres semanas.

“Uno de los casos era el de un niño al que le quemaron las manitos en un budare porque se comió el azúcar. Tenía hambre y eso era lo único que había”, contó Gil. Explicó que las quemaduras son muy comunes entre los padres para castigar cuando se producen este tipo de conflictos; no obstante, añadió que en algunos casos los niños también reciben palizas que acaban por dejarles marcas en el cuerpo.
En sus 32 años de trabajo por el buen trato de los niños, esta es la primera vez que el Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap) se enfrenta a la comida como un motivo de conflicto en el hogar, en la familia y en la escuela. Por esta razón, incluyeron por primera vez en su informe de monitoreo a los medios la falta de alimentos como causa de maltrato infantil.

“El Consejo de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de Iribarren ha recibido en el último trimestre 25 casos de maltrato por falta de alimento en hogares, informó Francis Pérez, coordinadora del ente”, señala el informe. Pedir comida, comer porciones más grandes o comerse lo que le toca a otro miembro familiar ha detonado conflictos en los hogares.

Fernando Pereira, coordinador de Cecodap, explicó que el clima de crispación y de tensión que se atraviesa por la escasez de alimentos y el alto costo de la vida inciden en que haya más casos de maltratos de este tipo. “Para nadie es un secreto que la comida es un motivo de preocupación en estos momentos. Nadie sabe cómo conseguirla, dónde conseguirla ni si va a alcanzar”, dijo.

Uno de los casos que no se le borra de la cabeza a Carla Villamediana, quien recopiló las publicaciones de maltrato en el reporte de Cecodap, fue el de una mamá que quemó las manos de sus tres hijos porque los niños agarraron un paquete de Harina PAN para jugar con sus carritos.

“La señora explicó que había pasado cualquier cantidad de horas haciendo cola para comprar la harina y los niños la agarraron para hacer una carretera para sus juguetes. En un momento de desesperación, agarró una cuchara caliente y les quemó las manos a los niños”, contó.

Pereira recuerda también como un pedazo de pan fue motivo de discordia en una familia. “La mamá pasó horas haciendo una cola para comprar pan y, cuando llegó a la casa, le dijo a su hijo de siete años la porción que podía comerse. El niño se comió el doble de lo que le tocaba y dejó al hermano mayor sin su parte”, dijo. El pequeño recibió una golpiza y el familiar terminó sintiendo que se le “pasó la mano” en el arranque de ira.

Estos conflictos no solo se circunscriben a los hogares. En las escuelas la comida también es un motivo de pelea. El coordinador de Cecodap contó casos en San Félix, en el estado Bolívar, en donde los niños han tenido disputas en torno al alimento. “Tomó mi desayuno”, “le pedí que me diera un poquito y no quiso” y “me quitó mi arepa” son solo algunas de las frases que han desatado enfrentamientos verbales y físicos.

Dependiendo de la gravedad, algunos casos de maltrato infantil terminan siendo denunciados y traen consecuencias legales a los cuidadores, padres o representantes. Aunque la crisis se siente en la mesa de los venezolanos, Pereira recomienda a los padres actuar y expresarse de manera más consciente con los niños.

“Al final están actuando como lo haría cualquier niño de esa edad. Más bien, muchos de nuestros muchachos han tenido que madurar muy prematuramente por la situación”, explicó el coordinador de Cecodap. “Estamos en un ejercicio de supervivencia que nos desgasta, pero hay que expresarnos de forma más consciente. No debería ser normal ni natural que tengamos que estar disputándonos un pedazo de pan”, agregó.